Este corto animado del creador israelí Tom Dor presenta a una pareja de
cavernícolas que pasan su tiempo animada y plácidamente ante la
hoguera de la cueva, descansando y salpicando su vida con alguna que
otra broma. Súbitamente, una televisión cae sobre la hoguera
(sustituyendo la “hoguera” del “hogar” por la televisión, nueva
“hoguera” del hogar) y ante el primer estupor de los cavernícolas, se
enciende. La primera reacción les lleva a creer que es una divinidad y
después van aprendiendo a disfrutar de la misma conforme cambian los
programas. Con un tono jovial, el corto nos va mostrando cómo van
comportándose respecto a los distintos programas de cocina, deporte,
culebrones sentimentales, telefilmes de terror, etc. Hasta que la
televisión les crea una dependencia que provoca que el más bajito de la
pareja se quede colgado de la misma. El más corpulento reacciona
intentando desenganchar a su compañero y finalmente entiende que debe
destruir la televisión. Tras una primera reacción de enfado, ambos
recuperan la convivencia ordinaria que tan felices le hacía. Aunque la
vida tenga menos glamour que la televisión, uno debe apagarla para
poder tener vida. Como decía el jesuita y filósofo Augusto Hortal, “La
televisión: ¡qué fácil de encender y qué fácil de apagar!
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